La conocí en los inicios del noticiero “Aquí y Ahora” en 1986 en Radio fiesta. Ahí fue donde se congregaron una docena de jóvenes estudiantes del propedéutico de la U.V., eran alumnos del Lic. Jesús Hernández Tea; un proyecto novedoso de noticiero independiente que aglutino a muchas figuras periodísticas de renombre de la Ciudad de Coatzacoalcos, y ahí estaban todos ellos Azucena Rosado, Vicky Mejía, Jorge Toledo, y Víctor Villasis entre otros, que destacaron de inmediato por su habilidad redactora y entusiasmo adolescente.

 

Durante ocho años el noticiero conservo el mejor rating de la radio, y en ese tiempo Azucena se colocó primero como la reportera más voraz y veloz en el manejo de las encuestas que acompañaban al tema que día a día variaba según fuera la circunstancia. En el segundo año del noticiero, ingreso a la Facultad de Ciencias de la Comunicación, de donde egreso de la carrera; y sus días de asueto o vacacionales, se entregaba arduamente a obtener las mejores entrevistas y noticias de la Ciudad.

 

Sin embargo, quienes la conocimos, sabíamos que Azucena luchaba en su interior con el fantasma del miedo, miedo a qué, no lo decía. Pero cuando se trataba de trabajar la nota periodística para ser la primera en manejarla, se convertía en otra persona; era distinta, aventada, entrona, informada y en especial su mayor valor debo reconocer, destacaba en el arte de preguntar. Azucena lo manejaba a la perfección, insistente, mordaz, atinada.

 

Con el paso del tiempo, al noticiero radiofónico se agregaron nuevos jóvenes como Luis Alberto Ponce, Graciela Facundo, Gerardo Enríquez Aburto; y otros más que escapan a la memoria de quien escribe, muchos de ellos cubrían la información en distintos puntos de la región; como Aguadulce, Minatitlán, Acayucan, Las Choapas, Nanchital, etc. Así que la competencia por destacar se hizo muy intensa.

 

Azucena creció, creció mucho profesionalmente, y se ubicó fácilmente a laborar al mismo tiempo en el Diario del istmo y junto con ella ingresarían a la nota roja Luis Alberto Ponce y Gerardo Enríquez, quienes para ese entonces y acompañados del maestro Juan Luis, hacían un trabajo excepcional.

 

Después de ocho años, aunque nuestros caminos se separaron, la boda de nuestros hermanos nos volvió a acercar; yo dedicada a la academia y ella creciendo como periodista de tiempo completo. Admiré siempre su tenacidad, su sencillez, y su entrega a lo que más le apasionaba. Ella era y siempre fue reportera “de a pie”, me daba gusto y mucho orgullo descubrir las notas de ocho columnas, y la infinidad de información que cubría diariamente.

 

Por ello cuando se dio su salida del diario, no de muy buena manera, ni en buenos términos, ella me explico las razones y entendí que su dignidad como periodista y como persona valían más que su nombre en el papel. Le afectó solo por corto tiempo porque como toda ave fénix supo con estoicismo levantar el vuelo y encontrar otros aires renovadores que le darían la libertad, el lugar y el espacio virtual que la consolidó como periodista nata. Este portal de noticias lo nombró “Imagen y política”, era suyo y además innovador.

 

En ese espacio virtual circularon políticos, empresarios, difusores culturales, artistas, deportistas y hasta predicadores. Alcaldes, síndicos, regidores, diputados locales y federales, candidatos regionales y locales, y un sinfín de personajes de la vida pública. Así como lo vivimos en el 86 con el proyecto renovador de la radio, ella fue pionera en internet, y en el 2005 logró lo que nadie había hecho, al menos en Coatzacoalcos y la región, un noticiero virtual, esta vez acompañada del estimado Pepe, su cuñado, quien con habilidad informática busco y encontró opciones de plataformas que pudieran permitirle trasmitir sin problema y con total independencia.

 

Su generosidad se manifestó cuando compartió ese nuevo espacio con amigos y amigas, y personajes que no tenían el recurso para exponer ideas en radio, t.v. o prensa. En nuestra última conversación dejamos pendiente la adaptación y ajustes para la barra de programación de su espacio que creció mucho.

 

Azucena fue una mujer de pocas palabras, pero le gustaba escuchar; fue una mujer de principios y entregada a su trabajo; honesta, valiente y de fortaleza tremenda. Cuando coincidía con ella en eventos familiares o eventos institucionales nos saludábamos y me gustaba observar a lo lejos, todas sus capacidades que crecieron enormemente, incluida la manera de socializar. La niña temerosa de 17 años que conocí en el 86, ya no estaba.

 

Por ello, Azucena no es ausencia, es presencia. Este 2021 la despedimos como la mujer cariñosa y protectora que fue como hija, hermana, tía y amiga. Y como profesional la despedimos con la huella imborrable que deja una de las mujeres más significativas del periodismo de Coatzacoalcos y de toda la región sur de Veracruz. Descanse en paz.

 

 

Edith González Marin.

Enero 9 de 2021.